martes, 9 de agosto de 2011

Niños de Plastilina.

Niños de Plastilina.

… En todos los hombres se esconde la Luz. ¡En cuan pocos se manifiesta como debiera.
Iluminando desde dentro, nuestra lámpara carnal,
avivando la llama cósmica, en almas traídas desde lejos!
¡Esplendor de Dios, cuán poco son! Pero, nuestra es la culpa; porque torpemente, por rutina e iracundia,
sin discernimiento amortiguamos y sofocamos
la chispa divina que brilla en todo niño.
Todo niño es por naturaleza un pedazo de Dios;
si ellos tuvieran libertad, Dios se desenvolvería en ellos; surgiría matizándolos y moldeándolos, hasta florecer como flores perfectas colmados de develada hermosura.
(Dr. Winslow Hall citado por A. Bailey en el libro “del Intelecto a la Intuición)


El Alma del niño se puede comparar a una pieza de plastilina.
Cuando uno la tiene en sus manos amorfa, plena de potencialidad, internamente colmada de formas, suave, verdadera, enigmática, real, pura, santa e indefensa. Dentro de sus atributos se puede hablar también de su fácil maleabilidad.
 Así llega el alma del nuevo niño a las manos del mundo.

 Se lo observa, cuida y protege como toda cosa nueva que a medida que pasa el tiempo pasa a ser algo común y ya no recibe tanta adoración. Ahí comienza la modificación  de su prístina forma en manos del mundo.
 Las formas que va adoptando tienen relación directa con el estado o situación espiritual de quien tiene en sus manos dicha alma.

 Ahí esta asumiendo formas análogas a donde se encuentra y donde le ha tocado para evolucionar y crecer. Esas formas se denominarán tal vez hereditarias.
 Si la mano que la moldeó estaba tensa y preocupada, la forma no será perfecta porque “la cabeza de dicha mano” no estaba concentrada en moldear sino que estaba abrumada de las situaciones cotidianas inherentes a la vida misma, que se viven a diario (denominadas comúnmente problemas).

 El tiempo pasa y pobre alma indefensa no puede hablar porque no le prestan atención, y su soledad es grande como la incomprensión de quienes la rodean.
Al mismo tiempo su sabiduría y natural videncia les va mostrando los errores de los demás, pero aún está con la palabra impedida, las manos atadas, las piernas que caminan por donde las llevan, y con sus alas que están sujetas, sin funcionamiento.
 Dichas alas son sueño y destino de todo Ser (de toda Alma), son las alas que todos buscamos permanentemente de una u otra forma, mas errada o mas acertada.

…y ahí está, pobre Alma de mano en mano, absorbiendo los problemas ajenos, indefensa.
Pasa de las manos de la familia a las de la maestra nerviosa, de la maestra a los amigos de ahí a la televisión, y más…
 Todos hacen su aporte y la personalidad del niño toma la forma de todos aquellos “mayores” que en su mayoría son inconcientes del alma que tienen en sus manos y de que, cada acto, cada palabra, cada gesto, cada sentimiento y cada pensamiento es registrado y absorbido por el alma vidente del niño.

 …el tiempo pasa y el niño va forjando y creando su personalidad en relación a las experiencias que le toca vivir en el medio ambiente, y va perdiendo de vista su pureza y naturaleza divina, el  germen mental que va naciendo en esa personalidad se va identificando cada vez más con su forma superficial y externa actual. Eso le muestran los “ojos ciegos del hombre inferior”, y lo que escucha a través de sus “oídos sordos”.

 Ya pasó del alma pura a la personalidad inferior creada por el mundo, y ahora que haga lo que pueda…

…pasado el tiempo y tras haber sido afectada (el alma)  por muchas manos, se la mira y responsabiliza por la forma desarreglada que presenta sin saber que quien la critica fue participe de tal resultado. Se la acusa, se la exige, se le pide que cambie de forma y se la abandona en su soledad.

 El germen divino del alma esta latente meditando constantemente y diciendo “espera niño, todo pasará…”.

 Si esta actitud persiste el niño crecerá identificándose con esa forma olvidando su Alma y viendo solo lo superficial, mientras lucha con un mundo de diversas formas que pasaron por el mismo proceso caótico que el.
 El trabajo para modificar esa forma adoptada será arduo y pesado, y solo el Alma fuerte, dotada y ayudada por la Divina Providencia podrá afrontarlo. En cambio la gran mayoría sufrirá y vivirá toda la vida con las formas que otros le dieron y aun siguen dando porque, por mas avanzada en edad (del cuerpo) si no conoció su fortaleza interna que todos traemos (el poder tremendo del corazón y del Dios interno, el alma…), sigue a merced de las manos del mundo por haber crecido inseguro, lo que marca la personal psicología y estado de salud.

 Seamos todos concientes de la responsabilidad que tenemos con las almas que nos rodean, principalmente con la de los niños que son seres individuales a los cuales se los debe ayudar a crecer sanamente y psicológicamente preparados para enfrentar al mundo y desarrollar su propia vida y atributos latentes.

 Tener en cuenta que mas necesaria que la comida para el cuerpo es el alimento para el Alma. Un cuerpo bien alimentado puede desmoronarse con una sola palabra que afecte su frágil subjetividad.
 Sepamos que en cada relacionamiento con otro Ser uno puede aportar o perjudicar. Si se tienen los ojos cegados de egoísmo sin ver la situación con la que uno se relaciona no se podrán hacer aportes y habrá peligro de perjudicar.
El querer aportar es una decisión puntual y firme basada en una necesidad interna de naturaleza amorosa para lo cual se necesita una disciplina, organización y concentración motivadas por ese ardor interno de Amor, sufrir para aportar.

Sin embargo en las relaciones se pueden observar tres posturas:
 -El que desea aportar, que se esfuerza por contribuir a la vida de sus semejantes adquiriendo experiencias diversas que le permitan compartir claramente lo aprendido. Estudiando, viviendo, experimentando…
-El que perjudica (intencionalmente o inconcientemente) que hace un aporte negativo  a la vida ajena asegurándose un sufrimiento personal.
-Y aquel que se encuentra en el punto medio. No se esfuerza por aportar, pero se preocupa por vivir una vida que no afecte a nadie. Es neutral, por lo tanto aporta desde el momento que no suma trabajo al grupo que se encarga de aportar.

 Se puede hacer una analogía clara de la limpieza en la ciudad y el mundo:
-El que limpia. Aporte de gran necesidad y valor.
-El que ensucia. Que no tiene respeto por el espacio que comparte, por lo tanto no respeta al semejante.
-El que no limpia y no ensucia. Que respeta al no ensuciar.

 Expandamos nuestra conciencia y fluyamos amorosamente sintiendo y conociendo la verdadera hermandad en todo lo que nos rodea, desde un animal a un hijo. Así estaremos alineados y en consonancia con lo que todo lo rige, la “Ley del Amor”.

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