domingo, 21 de agosto de 2011

La Calesita (La Vida)


La Calesita (La Vida).
 Movimientos, flujos y reflujos constantes difíciles de comprender, a veces por falta de memoria de lo recorrido otras por falta de conciencia de lo circular y cíclico de la evolución.
 De esta manera pasamos una y otra vez por situaciones esencialmente similares, sin tener un registro claro de aquellas que pasaron, y sin comprender claramente las que se viven en el precioso presente.
 Un claro símbolo de estos movimientos a nuestro alcance, tal vez el más claro de todos, tan evidente y común que no se lo comprende, es el fenómeno del día y la noche. Podemos trazar una analogía entre los momentos de felicidad y tristeza.
Los momentos adversos se tornan pesados de sobrellevar cuando no comprendemos las cosas en función de estos movimientos cíclicos, y del funcionamiento inteligente que subyace en cada una de las situaciones de la vida, funcionamiento que rige al hombre y a los planetas por igual, cada uno en su propio plano de actividad y funcionamiento.
 Paciencia y perseverancia, es inevitable la salida del sol al este.

 Pero ¿Cómo afrontar las largas y oscuras noches donde poco se ve y mucho se sufre?... sin involucrarse con la noche, simplemente viviéndola intensa y objetivamente. Objetividad práctica de la personalidad que sufre mientras el Alma en las profundidades del corazón, permanece inmóvil y fuerte, al tiempo que dirige el proceso. El Alma conoce las leyes y las contempla desde su acción educativa, por eso mientras la personalidad padece, el Alma trabaja intensamente. Ella no se preocupa por si es de día o de noche, solo contempla el trabajo que le corresponde y que nunca se interrumpe por ninguna tormenta.
El cuerpo se moja y tirita, el Alma es impermeable.

 La clave está en ejercitar a lo largo de la vida ese poder de abstracción en el cual la personalidad, sin deseos ni necesidades individuales, se ha entregado en servicio y ya no le importa el sufrimiento. Puede continuar con sus responsabilidades, dentro de las cuales ubica la necesidad y obligación de mantener una sonrisa, sea cual fuere la situación que atraviese.
Sonrisa, expresión del amor grupal, no risa.  

¿Cómo, entonces, abstraerse? Sin alimentar el proceso. La tristeza engorda.
 Uno piensa en el dolor, y lo alimenta, y todo lo que recibe alimento se fortalece. Uno mismo le da el poder al dolor.
 El ejercicio educativo lo afrontamos a través de una dualidad, o mejor expresado, teniendo conciencia de una dualidad. Es el poder ver lo que sucede, en el momento que sucede y tener capacidad para producir cambios si es necesario. Un aspecto de la dualidad contempla lo que al otro aspecto le toca atravesar. Una diferencia en la concepción de una crisis:
-          “Estoy en crisis”.
-          “Hay una crisis que se está sucediendo y me involucra. Que actitud debo tomar”
 El “estar en crisis” es hacerse uno con la noche y no dejarla suceder naturalmente, lo que la hace más larga y penosa.
 Cuando se enfrenta la situación de manera objetiva (desde el plano del Alma), esa misma noche larga y penosa se vive serenamente mientras se sucede.
 Nunca la noche es tan oscura como para no poder ver nada, tal vez al principio pero rápidamente los ojos se acostumbran… siempre y cuando uno los mantenga abiertos.

 Imaginemos un árbol frutal en un proceso similar. La noche sobreviene y el árbol se alarma y se tensa durante el transcurso de la misma… ¿no saldrán, acaso, amargas las frutas?

 ¿Acaso se pone triste el niño cuando, estando encima del caballo que sube y baja, al pasar por el alegre hombre que agita la sortija, no llega a alcanzarla? Claro que no, sigue disfrutando de la experiencia mientras la música suena y todo gira, sube y baja. De esa manera vive a tiempo real al tiempo que espera la nueva oportunidad de tomar la sortija en manos del alegre hombre.

 Muy aburrido seria  para el niño si la vuelta estuviese llena de sortijas.

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